.

.

viernes, 30 de diciembre de 2016

Resumen temporada 2016


Aquí me tenéis entado a la puerta de casa meditando los objetivos para la temporada 2017
Finaliza la temporada 2016, la sexta desde mi retorno al mundo de las carreras bípedas (no me atrevo a utilizar el termino atletismo para definir lo que yo hago) desde el reverso tenebroso del sedentarismo, y es momento de echar la vista atrás para hacer balance lo de lo acaecido. 

Esta temporada ha sido la de la confirmación definitiva de que tiene más posibilidades Belén Esteban de ganar un Premio Nobel de literatura o Sergio Ramos de entrar en la Real Academia Española de la Lengua que yo de hacer TOP 50 en ninguna carrera de montaña con más de 65 participantes. Podría utilizar la disculpa de las lesiones, pero lo cierto es que  las lesiones generalmente son consecuencia de una ineficiente planificación y un escaso entrenamiento, así que la única realidad en este particular es que no tengo nivel físico para correr más rápido. Me lesioné el día 1 de enero de 2016  a eso de  las 10:00 horas de la mañana, y en lugar de parar y recuperar, que es lo que haría el 99% de las personas, decidí correr la Trasncandamia menos de 2 semanas más tarde y con el tendón de aquiles derecho convertido en una morcilla de Burgos. A partir de ahí toda la temporada se vio condicionada por unas molestias persistentes en un maltrecho tendón, que a pesar de todo resistió como un campeón durante todo el año, si bien a partir de Los Calderones en octubre parece que las cosas han vuelto por fin a la normalidad. Al final una temporada muy limitada constituida por apenas 6 carreras de montaña y que complementé con mi debut en 2 nuevas disciplinas deportivas: Las carretas de BTT y las carreras de orientación.

A nivel meramente estadístico he competido por espacio de 26 horas 58 minutos y 6 segundos para completar apenas   154,25 kilómetros de distancia con un desnivel acumulado global de 18.274 metros. Datos a todas luces muy modestos que apenas dan para considerarse senderista, pero nunca corredor de montaña en sentido estricto. A nivel cuantitativo ha sido una temporada cargada de emociones donde he podido disputar aquellas carreras que durante el último lustro me han acompañado y   que previsiblemente no estarán en calendario para el año próximo. Respecto a mi "aventura" en otras disciplinas, he quedado muy satisfecho con ambas experiencias. Para mi la bicicleta de montaña es algo parecido a una nave espacial y por eso trasformé una carrera de BTT en una duatlón de montaña. No se me da bien la bici y nunca será una disciplina recurrente. Otra cosa diferente son las carreras de orientación, una disciplina que me ha gustado mucho y que espero repetir en 2017 tras mi debut en el Monte San Isidro (Llión) para la disputa de 2 pruebas cortas de 1,5 y 2,5 kms respectivamente (aunque la segunda en mi caso fuera de 4,1 kms por mi escasa pericia en la disciplina).

CARRERA
DISTANCIA
DESNIVEL (m)
TIEMPO
PUESTO
Transcandamia
19.000
2.092 m (1.046+ y 1046 -)
3h:11':43"
285/443
Carrera por montaña Alto Sil
31.700
3.640 m (1820 + y 1820 -)
5h:49':14"
382/419
Biosfera Trail
26.050
4.600 m (2300 + y 2300 -)
6h:24´:45"
297/359
Carrera por montaña Villafeide-Polvoreda
27.700
3.476 m (1738 + y 1738 -)
4h:33':07"
80/105
Carrera por montaña Los Calderones
25.200
2.000 m (1000 + y 1000 -)
3h:29':10"
46/65
Carrera por montaña Matallana de Torío
24.600
2.466 m (1233 + y 1233 -)
3h:30':07"
134/196
154.250
18.274
26h:58':06"



CARRERA
DISTANCIA
DESNIVEL (m)
TIEMPO
PUESTO
Powerade BTT Race Léon
57.000 m
596 m (248 + y 248 -)
4h:15':53"
318/374


Una última reflexión que tiene que ver con la existencia de este humilde blog de carreras por montaña. En el mes de diciembre alcancé la cifra de 50.000 visitas, una cifra impensable apenas unos años atrás y que para mi es un pequeño logro personal. Teniendo en cuenta que necesité más de 6 meses para alcanzar las primeras 1000 visitas y algo más de años para alcanzar las 10.000, el hecho de haber llegado a 50.000 consultas  en 5 años y un mes es un hecho que me sirve de motivación para seguir contando mis pequeñas aventuras de montaña por este medio. Si nadie me leyera  no tendría ningún sentido seguir escribiendo, así que os quiero dar las GRACIAS a todos y cada uno de los que a lo largo de este ultimo lustro habéis dedicado parte de vuestro tiempo a visitar este pequeño cuaderno de bitácora personal y a los que habéis formado parte de él por haber compartido carreras y experiencias con pretencioso senderista y eterno proyecto de corredor de montaña que firma las crónicas.

Ahora toca planificar la nueva temporada, con nuevos retos y nuevas ilusiones. Muchas gracias a todos por los kilómetros compartidos a lo largo de la temporada en curso y nos vemos corriendo por montaña en 2017.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Feliz Navidad



En mi condición de autoproclamado rey asturleonés del tractorismo, y como todos los años, aprovecho para felicitaros las fiestas a mi manera.

Vivimos tiempos convulsos en un mundo en constante evolución, un proceso donde los cambios se superponen de manera exponencial y por ello los que  estéís viviendo buenos momentos disfrutad el presente (CARPE DIEM) porque nada es eterno y los que estéis pasando momentos difíciles no perdáis la esperanza, ni las ganas de luchar precisamente porque nada es eterno, la noche siempre es más oscura cuando empieza a amanecer  y pronto vendrán tiempos mejores.

Las montañas son una preciosa metáfora de la vida, ascender a su cumbre requiere esfuerzo, ilusión y constancia, pero una vez que alcanzas la cima,  desde allí todas las cosas se ven más pequeñas, incluso los problemas, y es que no hay montaña más grande que la propia ilusión.

Os deseo a todos unas felices fiestas navideñas y un prospero año nuevo, donde nos queden muchos senderos por descubrir, muchos kilómetros por recorrer y muchas cumbres por alcanzar. Y que la Vieya´l Monte, que es quién reparte ilusiones en este viejo reino del León Dormido, os traiga TRABAJO para seguir pagando las cada vez más elevadas inscripciones en las pruebas de montaña, SALUD para entrenar y competir y RESPETO para que las montañas permanezcan inalteradas para el disfrutes de las próximas generaciones...¡Ahh! y una buena conexión 4G para que podáis conseguir plaza en esas carreras cuyas inscripciones solo duran 3 minutos.

Y no olvidéis que estando al la lado de vuestros amigos y seres queridos, todas las noches del año son Nochebuena y todos los días del año son Navidad.

Primeros rayos de luz sobre el Llagu Ercina, Cangues d'Onis, Asturies

Nos vemos corriendo por montaña

EStampa navideña de la Carrera por Montaña del Alto Sil


BON AÑU Y PRESTOSES FIESTES NAVIDIEGUES


La Vieya'l Monte esperando para bajar de la montaña leonesa en navidades

jueves, 8 de diciembre de 2016

Carrera por Montaña Matallana de Torío 2017

"Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad". No se me ocurre  una forma mejor de comenzar esta crónica que con esta reflexión de Albert Einstein. De repente, en una pequeña población de la montaña leonesa, uno de esos pueblos de nuestra cuenca minera tan duramente castigados por la crisis,  aparece una persona cargada de ilusión que, con escasos recursos y una VOLUNTAD de hierro, decide sacar adelante una carrera por montaña diferente, una carrera gratuita donde el único y verdadero protagonista sea el corredor. En un momento en que el que las grandes marcas deportivas han desembarcado en nuestro deporte, en el que el numero de carreras  ha crecido de manera  exponencial en muchos casos únicamente a la sombra del dinero fácil, aparece un caballero que decide romper con todo lo establecido y volver a la esencia del deporte, decide olvidarse de las cosas superfluas (chip, bolsa del corredor, etc) y demostrar que es posible organizar una carrera de montaña con todo lo necesario y sin coste alguno para el participante. Muchos creyeron que no era imposible, pero posiblemente desconocen que generalmente quien mejor te conoce es tu propio enemigo y que el termino cazurro, algunas veces utilizado con carácter peyorativo, proviene en realidad de la definición que las tropas islámicas dieron a los fogosos habitantes de esta tierra durante la reconquista, derivando dicho gentilicio de la unión de las palabras árabes cad ur que significa "el que no cesa" y esa es precisamente la mayor fortaleza de los pobladores de este territorio montañoso. El leonés es por definición duro, noble, testarudo, trabajador y tiene una voluntad inquebrantable. Y lo digo yo que soy de fuera, que viniendo del otro lado del cordal he encontrado en esta tierra mi hogar. Detrás de este precioso proyecto hay muchas, muchísimas horas de un trabajo duro, constante y oscuro, de desbrozar a mano sendas en mitad del monte, de buscar apoyos debajo de las piedras, de convencer a su  ayuntamiento y a toda la gente de los pueblos de que esta carrera era un proyecto de todos y para todos, y es  aquí donde radica otro de los grandes secretos de la prueba, el iluminar a todo el mundo con esa inmensa ilusión que trasmites y el ser capaz de conseguir algo tan difícil, en un mundo donde prima cada vez más el individualismo, como es unir voluntades y eso sólo se puede consegir siendo generoso y humilde. Al creador de la prueba nunca le oiréis hablar de SU carrera porque considera que no es suya, sino de todos y cada uno de los corredores, voluntarios y colaboradores y por eso habla de  NUESTRA carrera. Por todo lo anteriormente expuesto, y creo exponer un pensamiento común, muchas gracias por todo Miguel, gracias a ti y a toda tu guardia pretoriana (Joaquín, Camino, tu familia) por hacernos participes de este vuestro proyecto, al que he adoptado como mio. Durante estos últimos meses os he visto trabajar  muy duro sin desfallecer, escuchando sugerencias de todo el mundo, y siempre con la hospitalidad que caracteriza a la gente del carbón. A vuestro lado he podido poner mi pequeño granito de arena, insignificante al lado de vuestra titánica labor, pero lo suficientemente gratificante en lo personal como para que vuestro proyecto también sea mi carrera. Creo que si hubiese mucha más gente como vosotros, este mundo sería sin lugar a dudas un lugar mucho mejor.

A partir de aquí, llega la hora de hablar de la carrera propiamente dicha, aunque hoy más que nunca, me va a costar ser objetivo.
Minutos antes de la salida con Carlos Guerrero Holguín, buen corredor y mejor persona.
Llega la última carrera del año, el final de una temporada atlética que me ha servido para confirmar que  tiene más posibilidades la Pantoja de Puerto Rico de ganar un concurso de belleza  o Paquirrín de obtener un asiento en la Real Academia española de la lengua, que yo de quedar en el TOP 50 en una carrera por  montaña.

Me cambio de ropa, me pongo el dorsal  y llego a la salida con el tiempo justo. Un abrazo sincero y sentido con Miguel justo en el momento en que salen todos los corredores y arranco a ritmo de pastor trashumante a cola de pelotón y  en compañía de  Vicente del Coyança Trail y de  mi compañero Javi Pascual  que hoy harán labores de escoba.
Grupo de expertos pastores trashumantes al cuidado del ganado caprino y lanar que circula unos  metros por delante
Salimos del pueblo y ascendemos lentamente durante un kilómetro y medio por un camino en buen estado y con pendiente constante. Vamos en compañía de una pareja que debuta en carreras por montaña y que dado su reducido ritmo de desplazamiento, temo que no sean capaces de superar el primer control de paso,  y en estas lides tengo contrastada experiencia. Coronamos este primer repecho en 19 minutos (km 1,5), me despido de mis compañeros y me lanzo pista abajo. Voy tan rezagado que el siguiente corredor en carrera me saca más de un minuto y medio a estas alturas. Finalizo la bajada y enlazo con el sendero llano  que nos lleva hasta el pueblo de  Pardavé. En completa soledad disfruto corriendo entre la  borrina (niebla) mientras siento l'orbayu (lluvia fina) en mi rostro. Dicen que el otoño es una estación triste, pero en mi condición de asturiano, para mi la seronda es la estación más bonita del año, la estación del eterno renacer, la época en que los arboles de hoja caduca se desprenden de su ropaje para afrontar desnudos el duro invierno antes de vestirse de nuevo la primavera siguiente. Es el otoño  en sentido metafórico un periodo de cambio y refleja perfectamente mi actual estado personal. Avanzo entre carbayos centenarios corriendo sobre una mullida alfombra de hojas mientras me empapo de olvidadas sensaciones, como el olor a tierra y hierba húmeda, que me trasladan a mi tierna juventud atlética dando vueltas al Parque de Ferrera de mi Avilés natal. Llego a Pardavé por carretera, cruzo el puente sobre el Río Torío y por ir pensando en la reproducción del gamusino centroeuropeo y no estar a lo que hay que estar, me despisto a la salida del pueblo y me meto  por una calle equivocada. La solución es sencilla y me la facilita cantando  el mismísimo Ricky Martin: "un, dos tres...un pasito p'alante Bisonte, un, dos tres...un pasito p'atrás". Retrocedo 200 metros p'atrás, avanzo 200 metros p'alante y enlazo de nuevo con el recorrido al paso por el túnel bajo la carretera León-Coyanzo.

Tramo inicial de la segunda subida con el pueblo de Pardavé al fondo
Uno muy grande de rayas que siempre va de los últimos
Ascendemos un primer tramo duro por terreno de piedra suelta  hasta alcanzar  un precioso sendero que discurre por el interior de  un bosquecillo de encinas,  donde  aprovecho para intercambiar impresiones con el primer corredor neozelandes que disputa la prueba y ya de nuevo en solitario continuo la ascensión hasta coronar en 59':08" ( km 7). Entramos en mis dominios y aquí me siento realmente poderoso. Afrontamos el descenso por una pista sencilla y carente de cualquier dificultad técnica y  en este tipo de bajadas el peso deja de ser un inconveniente y la  zancada se convierte en una poderosa aliada. Sin el más mínimo esfuerzo empiezo a adelantar corredores con suma facilidad hasta  que llegamos  al pueblo de  Naredo de Fenar donde se encuentra el primer avituallamiento de la prueba (km 9).  Aún voy de los últimos y eso me da la posibilidad de comprobar como evoluciona la prueba desde una atalaya privilegiada. En el avituallamiento hay agua y naranjas en abundancia ¡bien!, intercambio unas palabras con  un corredor que se afana en limpiar su rodilla ensangrentada y compruebo que  afortunadamente solo se trata de  chapa y pintura por lo que arranco de nuevo. Un tramo inicial de carretera hasta cruzar por el interior del túnel de la antigua linea ferroviaria de  La Robla y de nuevo ya  por pista de tierra avanzamos  camino del barrio de la estación de Matallana de Torío
Por aquí cruzamos los corredores a la salida de Naredo
Las piernas corren solas, voy  muy cómodo a nivel orgánico y para mi sorpresa avanzo a ritmos próximos a 4 min/kms que no son sostenibles dado mi precario nivel físico habitual, y más aún teniendo en cuenta que en las 3 semanas previas  sólo pude entrenar un día. En el cuadro de mandos se enciende el piloto rojo  de peligro y  en mi cabeza aparece un bronceado Julio Iglesias que me guiña un ojo y me señala con el dedo mientras me dice: "Bisonte, estas corriendo por encima de tus posibilidades, llegarás a meta fundido y  reptando como una culebra.... y lo sabes". Pues si Julito lo sé, pero hay días en que es muy difícil parar y hoy es uno de ellos, así que gracias por el consejo y vuelve a tu solarium de Miami.  Un último tramo de pista, giramos a la derecha y ¡voila!   una de mis aportaciones a la prueba, el cruce del Río Torío. Estamos en el km 10,5 y llevo 1h:18:32". Al otro lado veo a Miguel Bernardo con una cámara de fotos y entre la emoción y el postureo deportivo, cruzo erguido y estilizado cual garza y sin agarrar la cuerda en ningún momento, porque puede que  sea más tosco que los Toros de Guisando y más pesado  que una escultura de mármol, pero soy un purista de la montaña y en el interior del agua me desplazo con la gracilidad de un corzo.
Nuestro juvenil Salva Calvo  "debutando" en montaña
El Bisonte del Carbayedo cruzando el río  como mandan los cánones, sin tocar la cuerda
Miguel comprobando el estado del lecho del Río Torío
Miguel pensando: "el año que viene abro las compuertas de la Presa de Orzonaga y pasáis todos nadando"
Salgo del río con los pies empapados  mientras pienso en la cantidad de corredores que se estarán acordando de mis ancestros en estos momentos por haberles hecho cruzar las frías aguas del río en el mes de diciembre y con 15 kilómetros aún por delante. Camino del Barrio de San Lorenzo pasamos por  la estación de tren que se encuentra completamente desierta. Otra descriptiva y triste metáfora de lo que actualmente sucede en este lugar, una tierra donde el último tren con destino al progreso partió años atrás y donde  solo queda el  recuerdo de una época mejor, quizás por eso sea si cabe todavía más importante cualquier actividad, que como sucede con esta carrera y a pequeña escala, consiga dinamizar y poner de nuevo en el mapa esta vieja y orgullosa  tierra que asienta sus raíces en suelo carbonífero.

Cruzamos Matallana de Torío  y por la Via Bardaya avanzamos hasta el kms 12,5 donde nos enfrentamos a la subida más dura de toda la prueba.
Galopando a buen ritmo por la Vía Bardaya
Sigo avanzando a un ritmo elevado y consigo dar caza a un grupo de reconocidos tractoristas leoneses: Juanjo Prieto, Estrella Alonso, Victor Rabanal, Chano Morán y Julián Sánchez entre ellos.
Vista de la subida a Los Mapas desde la Via Bardaya
Giramos a la derecha y comenzamos a subir por el paraje conocido como  Los Mapas. Es una ascensión con fuerte pendiente en su tramo inicial y que posteriormente se trasforma en un tramo de sinuoso y divertido sendero que transita por el interior un bosquecillo de robles y escobas hasta coronar a 1190 metros de altitud.
Entrando en la Subida a Los Mapas
Ascendiendo los Mapas con Julián Sanchez
A partir de aquí, compartiré carrera durante unos cuantos kms con el bañezano Jose Ángel Castro quien vuelve a competir tras once meses alejado de la competición. Bajada rápida desde el alto hasta llegar a las afueras de Robles de la Valcueva y comenzamos otra dura ascensión por el paraje conocido como El Calero.
Zona de ascensión conocida como El Calero
A media subida nos cruzamos con un par de corredores despistados que sin mala fe y por despiste, se han saltado un tramo del recorrido. Les comentamos que deben bajar para pasar el control de paso situado a pie de puerto si no quieren ser descalificados y comienzan el descenso con celeridad. 
El Bañezano Jose Ángel Castro y yo posando para la posteridad al paso por El Calero
"Haciendo" que corro cuesta arriba por puro postureo  al salir del Calero.
Continuamos el ascenso hasta coronar esta tercera subida de la jornada. Enlazamos con un sendero entre escobas que transita por una ondulada zona de cresteo por lomas donde se puede correr con comodidad  hasta que entramos  en el descenso que nos lleva al paraje conocido como Valdesalinas. Avanzamos por una amplia pradería dejando a nuestra izquierda el Cueto Salón, montaña que por su cara norte se asciende en otra imprescindible carrera de montaña leonesa, la Carrera por montaña Villafeide-Polvoreda (una de mis favoritas de la temporada), llegando al final del valle, pasamos por el lateral derecho del enclave rocoso donde antaño se situaba la ermita y que por cuestiones  seguridad y con buen criterio, la organización ha decido evitar a media carrera ante el peligro de caídas, y sin dilación alcanzamos el avituallamiento de la Valcueva (km 18,5).

 Voy sorprendentemente entero a estas alturas de la prueba  y me tiene mosqueado, no obstante decido gastar todos los comodines disponibles. Me tomo una pastilla de magnesio y un enantium por precaución justo antes de comenzar una nueva subida por lo que aparenta ser una vieja escombrera minera. Hay mucho barro, resbalo constantemente y como era de esperar  comienzo a sufrir los primeros problemas musculares. Coronamos y de nuevo rápido descenso hasta alcanzar el pueblo de la Valcueva y desde allí hasta Palazuelo de la Valcueva la carrera discurre por un  camino asfaltado. En esta ocasión la degradación de las ruedas de mi tractor ha sido muy rápida y a estas alturas ya voy bastante tocado, sin embargo desde una casa recibo ánimos, automáticamente subo el ritmo y vuelvo a correr. El funcionamiento de la mente humana en carreras de resistencia es cuando menos sorprendente y a veces  el mínimo estimulo externo es capaz de recargarte las baterías contra toda lógica. Salgo de Palazuelo, cruzo un túnel y comienzo la última ascensión del día con destino a  La Cruz de La Valcueva.

Empiezo animado, pero poco a poco voy sufriendo el desgaste acumulado y los problemas en mis cuadriceps se van haciendo más y más severos.

Vista del tramo intermedio de ascensión a la Cruz de Vlacueva
Sufriendo en el tramo final de ascensión a la Cruz de Valcueva
Alcanzo la cima en 2h:42:11" y me detengo a estirar agarrado a la cruz. El problema es que a estas alturas estirar un grupo muscular significa contracturar el grupo opuesto, así que no tengo excesivo éxito, razón por la cual  decido arrancar poco a poco, sabedor de  que sólo me queda una pequeña bajada, un último tramo de ascensión entre escobas antes de afrontar el tramo final  de rapidísima bajada donde tengo depositadas mis esperanzas para correr de nuevo.
La Cruz de la Valcueva
Alcanzo el techo de la prueba  en 3h:01:29" (km 21,7) y por delante  me quedan solamente 3 kms de descenso muy propicio y donde se puede correr muy rápido.... pero eso siempre y cuando  llegues en buenas condiciones físicas. Trato de correr y en menos de 500 metros mi tren inferior literalmente colapsa. Esta vez en vez de acalambrarse una parte localizada del cuadriceps, directamente se me compacta completamente todo el grupo muscular de mi pierna izquierda desde la rodilla hasta la zona inginal. El muslo se acartona y me deja inutilizado. ¡Game Over amigo mio!,  esta vez no tendrás la suerte que tuviste en Los Calderones. Imposible estirar, asi que solo queda tomar el segundo enantium, el de emergencia, y ya sea por efecto placebo o efecto quimico, confiar en que me ayude a relajar mi deteriorado sistema musculoesquelético inferior. Comienzo  a caminar con un estilo indescriptible y a un ritmo tan lamentable, que paso de ser un Bisonte animado a convertirme en un gato de escayola. Enfilo andando la bajada final por un amplio sendero desbrozado hasta que a un kilómetro de meta me supera  Jose Angel que baja como un cohete. Arranco a correr por vergüenza torera tras él y lo alcanzo entrando de nuevo en las primeras casas de Robles de la Valcueva. Al fondo se escucha la megafonía, el terreno es llano y las piernas dejan de ser un problema porque estos últimos metros se corren con el alma. Son las últimas zancadas de la temporada y en meta hay que entrar esprintando como si viniese escapando de la mismísima  muerte con su afilada guadaña.

Dando la últimas zancadas de la temporada 2016 a escaso metros de la pancarta de meta
Finalmente completo los 24,7 kms de la prueba con 2466 metros de desnivel acumulado (1233 positivos y 1233 negativos) con un tiempo de 3h:30: 07 en el puesto 134 .de la general (sobre 196 corredores en meta y 209 en la salida), a 1h:14': 44" del ganador que fue Francisco Javier González Fernández  con un tiempo de 2h:16':51". Una vez más he vuelto a ser más lento que el caballo del malo y  cuando llego a meta mis predecesores ya se han bebido todo el chocolate caliente.

Con Jose Ángel Castro y Javier Nistal en meta

Y llega la hora de extraer conclusiones:

1.- Lo primero de todo es la habitual ronda de agradecimientos. Han sido necesarias apenas dos ediciones de esta prueba para demostrar que existe otra manera de entender el mundo de las carreras por montaña. Detrás de este proyecto  están 3 personas: Miguel, Camino y Joaquín  que han dedicado mucho tiempo, esfuerzo y trabajo para que todo haya rozado la perfección el día señalado y a la hora señalada. Ellos y solo ellos se merecen todos los elogios porque ellos han sido capaces de crear esta maravilla y de coordinar al resto de personas para que todas las personas fuesen capaces de aportar su granito de arena al proyecto. En mi caso sólo puedo darles las gracias, en primer lugar como corredor,  y en segundo lugar y aun más importante, por hacerme sentir parte importante de este precioso proyecto cuando mi labor apenas a supuesto un 3% del inmenso trabajo acumulado. Para mi aconsejaros sobre el recorrido y  posteriormente ayudaros a promocionar la carrera no ha sido ningún trabajo, sino más bien  todo un honor. Es muy fácil hablar bien y promocionar una carrera en la que crees y que se podría promocionar por si sola. Miguel, siguiendo tus indicaciones ya no hablo de la carrera en tercera persona, sino en primera persona y como miembro de pleno derecho de la organización, pero creo que por una cuestión de justicia y de ética  personal nadie debería apropiarse de méritos que no le corresponden y por ello es necesario que la gente conozcn quienes sois los verdaderos artífices  de esta obra, mientras  el resto debemos dar un paso atrás para no apropiarnos de elogios que no nos corresponde recibir. Para la  edición 2017 quedan 12 intensos meses por delante y sabéis que podéis contar conmigo para todo aquello que entendáis oportuno.

Muchas gracias igualmente a fotógrafos, voluntarios y público en general por su apoyo a la prueba y a los corredores. Por último, o como dirían los británicos last but not least, no quiero olvidarme de otras dos personas que creo que han sido importantes para el proyecto. El primero es el señor Salvador Calvo Redondo. Salva, mil gracias por haber apoyado esta carrera  desde el primer minuto en que te hable de su existencia, por dedicarnos tu tiempo y tus conocimientos, y por ofrecerte para la presentación sabiendo que eres un imán para los medios de comunicación, pero por encima de todo esto, mil gracias por ser como eres a nivel personal, tu humildad y compromiso como persona engrandece tu excelso curriculum deportivo. Por último gracias a Tomás Baños por poner la carrera en órbita, por promocionarla dentro y fuera de León con todos los medios disponibles, aún sabiendo que por cuestiones laborales no podrías  disputarla. Tomás, eres una de esas personas que merece mucho la pena y que este deporte ha puesto en mi camino. Tenemos algún proyecto interesante entre manos en 2017 y espero que finalmente llegue a buen puerto

2.- Con la mayoría de los que leéis este blog  ya he podido hablar en persona y me habéis dado vuestras impresiones, pero es muy importante que aquellos que habéis estado en la prueba (corredores, fotógrafos o acompañantes) nos comentéis todos aquellos aspectos en los que creéis podríamos mejorar, esos pequeños fallos que pudiésemos haber cometido sin darnos cuenta (avituallamientos, señalización de algún tramo, entrega de dorsales, etc). El halago agrada e ilusiona, pero es la crítica constructiva la que ayuda a mejorar porque sólo es posible mejorar si se conocen los fallos y tenemos 12 meses por delante para trabajar sobre ellos, así que bien a través de este blog, de la página oficial de la carrera, del facebook de la carrera o por mensaje privado si no queréis plasmar vuestra opinión en abierto, por favor decirnos en que podemos mejorar. Creo que el listón ha quedado muy alto esta edición  y las expectativas para el año próximo serán mucho más complicadas de satisfacer  así que muchas gracias a todos por anticipado.

3.- A nivel personal se acaba una temporada extraña en lo deportivo que ya habrá tiempo de analizar con calma. Creo que necesito un cambio de aires para recuperar la motivación y por eso el año próximo haré un cambio casi completo de calendario. Con muchos de vosotros coinciré poco, pero me quedo con todos los momentos vividos y todos los kilómetros compartidos este año.

MUCHAS GRACIAS A TODOS y nos vemos corriendo  por  montaña en 2017

Miguel, Camino y Joaquín, ellos son los creadores de esta fantástica carrera. Ahora ya les podéis poner cara

Perfil de la II Carrera por montaña de Matallana de Torío

miércoles, 12 de octubre de 2016

Carrera Benéfica Los Calderones 2016

"Puedo escribir y no disimular, es la ventaja de irme haciendo viejo, no tengo nada para impresionar, ni por fuera ni por dentro". Hoy voy a escribir de manera mucho más personal y profunda  que en ocasiones previas y  estás palabras de Fito Cabrales me sirven como perfecta introducción.

Vivimos en un sistema económico corrupto e injusto donde la búsqueda del beneficio económico se ha convertido en religión y donde el mal uso de términos tales como objetivoscompetitidad o productividad sirven para justificar cualquier tropelía. Ciertamente estamos inmersos en la decadencia y caída de una civilización, como tantas veces ha sucedido a lo largo de la historia, pero ni siquiera somos conscientes de ello, y es que seguimos pensando que las empresas nos pagan por nuestros conocimientos o destrezas, cuando realmente están comprando nuestro tiempo y el tiempo es lo más valioso que poseemos los seres vivos, por ser una magnitud finita e indeterminada en su duración. Gracias a la revolución tecnológica, cada vez hay más trabajadores y menos puestos de trabajo disponibles, lo que faculta a los empresarios a comprar cada vez más tiempo por un salario menor, o lo que es lo mismo, evolucionamos a marchas forzadas hacia un sistema neofeudal con sueldos de mera subsistencia. En este contexto  los trabajadores nos estamos convirtiendo, cuando no siendo sustituidos directamente, en maquinas necesarias para la obtención de la tan ansiada  plusvalía, mientras  los clientes y consumidores  dejan de ser vistos como personas para convertirse en meras vacas lecheras a las que poder ordeñar hasta limites insospechados con el fin de poder ser clasificados en función del beneficio que pueden aportar a la empresa que les atiende. En toda esta vorágine corremos el riesgo de perder nuestro activo más valioso, el alma, ese lugar intangible donde las personas guardan su esencia, su código moral, su conciencia y sus principios éticos. Los robots no solo abaratan los procesos productivos, sino que sencillamente se limitan a ejecutar los procesos mecánicos para los que han sido programados, siendo esta su principal contribución al sistema, ya que las maquinas por definición no tienen sentimientos, no cuestionan decisiones y al carecer de conciencia o principios éticos, no valoran las consecuencias de sus actos. Yo llevo tiempo, disputando una interminable guerra que no puedo vencer, y que si siguiera los principios del gran estratega militar y filósofo chino Tsun Zu, nunca debería disputar. Una silencios batalla con dos frentes abiertos,  por un lado el que atañe a  lo que realmente soy, lo que algunos quieren que sea y lo que me gustaría ser y por otro el que atañe a lo que hago, lo que me quieren obligar a hacer y lo que debería hacer. 

Y entonces aparece la montaña, siempre la montaña. La montaña se erige en el faro que  ilumina la oscuridad y me permite navegar por los inmensos océanos de  sombras.  La montaña es el ancla que me mantiene unido a puerto y me permite volver una y otra vez a la esencia última de lo que soy, porque en la montaña el animal bípedo que somos, pierde gran parte de su condición humana, para fundirse con el entorno que lo envuelve, recuperando sus instintos más básicos de supervivencia y fundiéndose con el animal cuadrúpedo que mucho tiempo atrás fuimos. En mi caso, cuando me pongo un dorsal en el pecho,  dicha fusión se realiza con el animal totémico del que he tomado prestado mi nombre de guerra, el bisonte, convirtiéndome en una especie de moderno  Minotauro de rayas rojiblancas. Durante las 4, 5 o 6 horas que paso corriendo por montaña en cualquier carrera, ese activo intangible al que llamamos alma, y que algunos osados científicos han querido cuantificar en 21 gramos (la diferencia de peso que muestra un cuerpo en el momento de la expiración) descansa escondido en algún recondito y diminuto  rincón de ese activo tangible que llamamos cuerpo y que en mi caso está compuesto por un amasijo de casi 100.000 gramos de músculos, huesos, tejidos blandos  y tendones,  viendo como se produce una cruenta guerra civil entre mi cuerpo y mi mente, donde paradojicamente el cuerpo suele aportar argumentos racionales y la mente argumentos claramente irracionales.

Por todo lo anteriormente expuesto vuelvo una y otra vez a correr por montaña aunque mi condición física no acostumbre a ser la más idónea para este menester. Algunas personas buscan el equilibrio interno en las iglesias, mezquitas o sinagogas, otros en la barra de los bares, yo lo busco en las cumbres de las montañas, quizás porque cuanto más arriba subo, más cerca estoy de las estrellas y más lejos de los fantasmas interiores, o quizás porque cuanto más alta es la montaña, más pequeñas se ven las cosas desde su cumbre.
Precioso pueblo de Piedrasecha, lugar de paso de la prueba
Y aquí estamos de nuevo en  las tierras bajas del concejo omañés de Soto y Amio para volver a ponerme un dorsal dos meses después de mi última aparición en Villalfeide. Hoy toca correr por una buena causa, porque en un mundo donde casi todo empieza a tener un falso  trasfondo solidario, las pocas cosas realmente benéficas corren el riesgo de perder su notoriedad y esta carrera aporta su pequeño granito de arena al Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona para  la investigación contra esa lacra que es el cáncer infantil
En la salida con Nary Ly, Salva Calvo, Carolino Teixeiro y Ana Isabel Tascón
4 grandes corredores (por calidad)  y un corredor grande (por tamaño)
Un breve calentamiento con mi compañero Javi Pascual, una amigable charla con nuestra olímpica leonesa Nary Ly y otros buenos  amigos que se encuentran en el evento y tras las  fotos de rigor nos colocamos en la salida. Primero arrancan los mushers con sus perros y a continuación los apenas 65 corredores que nos hemos congregado en La Magdalena y que le damos  un marcado carácter familiar a la prueba. Salgo a cola de pelotón para no perder las costumbres. Apenas 500 metros por las calles de La Magdalena y tras cruzar por un estrecho túnel bajo la Autopista del Huerna comenzamos la ascensión por un camino sencillo y en buen estado. Tengo tiempo para intercambiar opiniones con Javier Perez que hoy ejerce de corredor escoba, hasta que mi compañero tractorista Carlos Alvarez me da el relevo y decide "entretener" al escoba para que los demás podamos correr sin presión, así que aprovecho para incrementar un poco el ritmo. Apenas llevaremos un kilómetro y medio cuando llegando al primer cortafuegos de la jornada me encuentro con una herradura de caballo tirada en el suelo. Esta en buen estado y todavía conserva los clavos de anclaje a la pezuña del equino, razón  por la que deduzco que alguien la ha perdido recientemente. Por puro instinto la recojo y me la llevo conmigo, esperando que me traiga buena suerte y sin constatar que una herradura de hierro pesa lo suficiente como para convertirse en un yunque si decides llevarla a cuestas  durante 25 kms. Voy meditando si dejarla en el siguiente avituallamiento, cuando a lo lejos, en una recta veo a un jinete caminando en dirección contraria y tirando de las riendas de un caballo. Por suerte la herradura era suya y una vez soltado el lastre retomo la marcha con mayor ligereza. Alcanzo a  Paquito,  quien una vez más,  será mi compañero de fatigas durante al menos  media carrera. Ascendemos sin esfuerzo a través de cortafuegos anchos y en buen estado y algún sinuoso sendero que serpentea entre bosques de árboles autóctonos, hasta que llegamos a pie de montaña.
Cortafuegos anchos y con buen firme: auténticas autopistas de montaña
Bonito tramo de carrera que atraviesa un bosquecillo de robles
Tramo de ascensión al Altu las Trincheras visto desde abajo
 Comienza la parte montañera de la carrera. Por delante tenemos  un tramo de ascensión no muy largo, pero si empinado, constante y con zonas donde se deben echar las manos a la roca para poder trepar, hasta alcanzar la primera cima a 1814 metros de altutid. Se trata de la cumbre conocida como Altu de las Trincheras. Pisamos cumbre, giramos a la derecha y entramos en el interior de una trinchera cavada por el ejercito popular republicano en nuestra olvidada guerra civil. Quito la música y avanzo en soledad y en silencio por la angosta e irregular cicatriz artificial realizada en la roca caliza. Mi pensamiento vuela y se centra en los hombres y mujeres que allí combatieron. Campesinos, mineros, maestros, obreros y algún depistado e idealista soldado  que prefirió seguir fiel a una república agonizante antes que pasarse en masa al bando militar que había ganado la guerra antes incluso de comenzar. Pienso en el hambre, el frío, la soledad  y por encima de todo en el miedo, que aquel puñado de personas con robustos ideales debía sentir en aquella desangelado peña a más de 1800 metros de altitud. Combatientes mal pertrechados, con armamento rustico, escasamente alimentados y sin formación militar, que decidieron enfrentarse a un ejercito regular bien armado, pertrechado y con contrastada experiencia en la guerra de Marruecos. No importa ideología, ni filiación política o religiosa, este tipo de personas que decidieron que la libertad  de su pueblo y de sus vecinos era mucha más valiosa que su propia vida, deberían ser recordados y yo así lo hago, al fin y al cabo aquí estuvo el limite meridional de ese sueño de libertad que se llamo Consejo Soberano de Asturias y Léon y que apenas duro 3 meses y ellos defendieron con uñas y dientes nuestra  frontera sur, nuestra particular Linea Maginot Cantábrica , esa frontera sur de algo que nunca paso de ser un inmenso frente de guerra. La mayoría de ellos lo perdieron absolutamente todo, los más afortunados  solamente su libertad,  otros directamente la vida y unos pocos, imbuidos por ese espíritu de las viejas canciones revolucionarias asturianas: Los Fugaos, L'ayerán que perdió la guerra, etc, decidieron hacer de la montaña su vida y seguir corriendo por ellas hasta el fin de sus días convertidos en Maquis, huyendo de todo y de todos, ya que como reza la canción "pobre del hombre que pierde la guerra y salva la vida". Abandono la trinchera bajo un cielo que se ha tornado gris plomizo para darle un toque de sobriedad a la situación y con un profundo respeto me alejo del lugar, mientras pienso que ojalá podamos seguir corriendo por montaña por placer toda la vida  y deseo que nunca tengamos que  hacerlo por obligación.

Impresionante vista de la trinchera que rodea la cumbre y por la cual hemos corrido
Vista frontal de la trinchera en el Altu de les Trincheres (1.814 metros)
Pasando por el interior de las trincheras
Carolino Teixeiro corriendo por las trincheras. Ver la altura de las paredes

Salgo de las trincheras en 1h:42:47 (km 10,85). Un nuevo tramo de ascensión de apenas 300  metros nos llevará a la cima del Altu La Portiella o Altu La Viesca a 1834 metros de altitud, donde nos encontramos nuevamente  posiciones defensivas. Es la primera vez que piso esta cumbre, así que como muestra de respeto a la montaña recojo una piedra del suelo y la apilo con sumo cuidado en la parte superior de una torre de piedras que supera con creces los 2 metros. Nos encontramos en el punto más elevado de la prueba y me detengo unos instantes  para observar la majestuosidad del paisaje que se presenta a nuestros pies. Con 1h:49:38 (11 km) en el reloj, arranco  de nuevo con mucha calma  apenas unos 20 metros por detrás de Anabel y Maxi.
Vista del Altu La Viesca, impresionante y privilegiada  atalaya natural  de roca caliza
Altu de la Portiella o Altu de La Viesca (1834 metros)
Otra imagen de las trincheras con sus impresionantes vistas
Trincheras de poniente en el Altu La Viesca (posiciones de cobertura en la parte menos fortificada de la cumbre)
 Los primeros 500 metros son sencillos y consisten en un leve cresteo descendente de cumbre. Al final de dicho tramo  me encuentro con los ánimos de Miguel Bernardo, que hoy no corre y  ha subido a cumbre para hacernos unas fotos. Tras prevenirme de la dificultad en el tramo inicial de bajada, nos saludamos, giro 90 grados a la derecha y comienzo el descenso de la cumbre por la ladera descarnada de la montaña.
Vista cenital del cresteo en  el Altu la Viesca con las impresionantes vistas de la montaña leonesa
Corriendo por el cresteo de la cumbre
Llegando a la posición de Miguel Bernardo, a punto de comenzar el  tramo técnico de descenso
 Es un tramo tecnico donde descendemos siempre lateralmente. Voy con escasa confianza y opto por bajar con  mucha prudencia, lento y torpe cual Dragón de Comodo, veo como Anabel y Maxi que me preceden, se alejan de mi con una facilidad pasmosa hasta desaparecer irremisiblemente en el horizonte. Por detrás no me sigue nadie a una distancia razonarle, así que desciendo en completa soledad y absorto en mis pensamientos durante al menos los próximos 7-8 kms. Entramos en un estrecho sendero desbrozado en un bosque de escobas que superan los 2 metros de altura y llegando abajo me encuentro con una rolliza vaca de raza limusina que levanta la cabezaal verme llegar  y se  queda mirando fijamente con ojos de sorpresa a ese inmenso minotauro que avanza hacia ella con esa llamativa camiseta de rayas. Le guiño un ojo y paso por su lado sin detenerme. Siempre he tenido más éxito con las féminas del reino animal que con las féminas de mi propia especie, pero en carrera y convertido en bisonte, tengo un atractivo sin igual para las vacas, eso es así.

Salgo del bosque de escobas y enlazo con una pista descendente amplia y en buen estado que poco a poco se transforma en un estrecho sendero que paralelo al río nos mete en el Desfiladero de Los Calderones (también conocido con los poco tranquilizadores nombres de Garganta del Diablo y Desfiladero del Infierno). Se trata del lecho pedregoso, y  en estas fechas  completamente seco, de un torrente invernal, que como consecuencia de la erosión ha conseguido abrir una enorme hendidura en la roca de la montaña (secha en asturiano o leonés, de ahí el nombre de Piedrasecha que recibe el pueblo cercano)  creando un bonito y angosto desfiladero.

Avanzo por su interior con mas miedo que vergüenza y dando concisos pasos, en ocasiones saltos entre rocas,  con la precisión de un neurocirujano  en plena intervención. Salgo del desfiladero sano y salvo, no sin antes bromear con una voluntaria, que subida en una peña hace fotografías y que al verme saltar entre peñas  con la gracilidad de un gamo  (todo sea por el postureo de salir bien en las fotos) me pide que le suba un café desde el pueblo aprovechando que me ve muy "fresco". Siempre he dicho que una de las grandezas de este deporte nuestro es el trato humano y la interacción con voluntarios y compañeros corredores en magníficos entornos naturales, atributos tangibles  que prácticamente ninguna otra disciplina deportiva posee.
Entrada al desfiladero de Los Calderones bajando desde el Altu La Viesca (en el sentido de la carrera)

Nuestra particular "Caperucita rojiblanca" corriendo por el interior del desfiladero de los Calderones

Salida del desfiladero de Los Calderones en dirección a Piedrasecha
Así luce el desfiladero de Los Calderones con agua en primavera
...y así en época de deshielo, convertido en un bravo e intransitable  torrente de montaña
Continuo corriendo de nuevo por senda descendente a buen ritmo hasta alcanzar en 2h:236.32 (km 17) el precioso pueblo de Piedrasecha, donde se encuentra el último avituallamiento de la jornada. Aquí toca parada larga (al menos 5 minutos). Me alcanza un grupillo de unos 6-7 corredores que vienen por detrás con Paquito, Alberto, Veronides entre ellos y todos arrancan antes que yo, mientras aprovecho para beber, tomar un enantiun para los calambres, comer abundantemente y estirar que vengo con sensación de sed y con los cuadriceps castigados. Arranco en solitario por la calle de Piedrasecha, bajamos por la carretera unos 150 metros, giramos a la derecha y tras cruzar un improvisado puente de madera  comenzamos la última ascensión por un camino embarrado, que a pesar de ser sencillo y muy tendido  se me hace más largo de lo esperado, aunque la grata compañía de Alberto primero y de Paquito después hacen más llevadero el trayecto ascendente. En plena ascensión, con casi 3 horas en las piernas, le comento a Paquito que vamos a bajar de 3h':30" en meta  y el me rebate con buen criterio que con 3h:45" vamos que chutamos.  Abandonamos el sendero y salimos de nuevo a un amplio e interminable  cortafuegos. Delante nuestra aparece el grupillo de corredores que me habían adelantado en Piedrasecha. Al paso por las 3 horas mi reloj marca 19,2 kms, por lo que tengo media hora para recorrer unos 6 kilómetros. Coronamos un pequeño repecho y supuestamente todo lo que nos  queda es bajar, así que rebaso al grupo y alargo la zancada con la intención de bajar a fuego como en los viejos tiempos. Apenas llevo recorridos 300 metros cuando bruscamente mi cuadriceps izquierdo se agarrota por un calambre y tengo que detenerme en seco.

¡No me jodas!!Un calambre ahora no! Del cercano bosque parece haber emergido por arte de magia un  Busgosu de nuestra rica mitología y se ha entretenido trenzado un perfecto nudo marinero en mi muslo izquierdo. Mientras intento estirar sin éxito, un corredor del equipo Nunca correras solo se detiene y me da agua. !Naaaaa!¡Parece que la perrina hoy ya no caza! Aparentemente se acabo la carrera y  lo que toca es caminar los 5,5 kms hasta meta, que bien visto, sin la presión del corredor escoba y el cierre de control,  tan poco es ninguna desgracia  más haya de la mala hostia y el daño en el orgullo propio. Poco a poco bajo y como quien se encuentra un oasis en mitad del más árido desierto, veo un puesto de control con un todoterreno de la Cruz Roja apenas unos 150 metros por delante. Llego hasta dicho punto y le pido reflex al sanitario de turno. Me dice que reflex no tiene, pero que cree traer en el botiquín un spray de frío. Al oirlo, un corredor que se detiene a mi lado le pregunta si el bote de frío es de  nitrógeno líquido, a lo que no puedo más que esbozar una sonrisa, ya que si realmente fuese nitrógeno líquido, íbamos a acabar desintegrados en cachitos como el robot de Terminator 3. Finalmente el sanitario me  rocía profusamente ambos cuadriceps con el mágico bote "nitrogenado", momento que aprovecho para estirar y una vez  el musculo se ha relajado lo suficiente, con la destreza que  la experiencia va dando, meto el dedo en el musculo anestesiado y con la precisión de un  fisioterapeuta titulado consigo deshacer el nudo marinero de mi vasto interno. Estiro otros 30 segundo y arranco andando por el cortafuegos para tratar de soltar las piernas. Milagrosamente me siento completamente recuperado, algo parecido a cambiar los neumáticos en boxes y con la energía intacta  de quien acaba de beber la pócima mágica de Asterix, arranco a correr con renovadas fuerzas. El rejoj marca 3h:05':40" y me quedan algo más de 5 km a meta. Debería correr por debajo de 5 minutos/kms, contando con los problemas musculares, con que llevo ya 20 km acumulados en las piernas y teniendo en cuenta que mi ritmo de entrenamiento en llano es de entre 6-7 min/kms, la empresa de bajar de 3h:30 se antoja misión imposible, pero a veces abandono al humano  racional que habita en mi y convertido en bisonte  me comporto de manera completamente  irracional. Sencillamente alargo la zancada y corro por esos interminables cortafuegos trazados por algún ingeniero de montes con escuadra y cartabón. Poco a poco voy adelantando corredores,  Alberto, Vero, Paquito.  Miro el reloj en un tramo de pendiente pronunciada y para mi sorpresa por un instante veo que mi  Garmin me marca 3:20 min/kms, un ritmo impensable. Las piernas chirrián  un montón y la  interminable guerra civil cuerpo-mente se recrudece como suele ser habitual en estos eventos. El cuerpo  trata de convencer a la mente con argumentos absolutamente racionales, exponiendo  que correr a estos ritmos sin un entrenamiento previo adecuado es una temeridad inmensa , y que en un deporte de resistencia física eminentemente intensivo en esfuerzo, no se puede fiar el desempeño  al recuerdo físico por los kilómetros acumulados 20 años atrás y a esa extraña facilidad que tiene mi organismo  para extraer petroleo y rendir por encima de lo que de él se espera desde el comienzo de los tiempos. Por contra la mente, paradójicamente tira de la irracionalidad habitual en la que se encuentra instalada y lo único que aporta al debate  es que por mucho que hayan pasado 20 años y que mi masa corporal se haya incrementado  en la indecente cantidad de 20.000 gramos, no se me puede haber olvidado correr. En esas estamos mientras avanzan los kilómetros.  Repasando mentalmente la descripción del recorrido que ese genio de la Cepeda que es el maestro  Salva Calvo me hizo apenas 3 días antes de la prueba, se que los últimos 3 kms son por el mismo sitio que subimos y eso representa una ayuda en el esfuerzo. A  1500 metros de meta me tomo un respiro y camino durante unos 150 metros para oxigenar las piernas, giro a la izquierda y en lontananza  veo el pueblo de La Magdalena. Arranco a correr de nuevo mientras mis piernas vuelven a pedir clemencia. Apenas unos 100 metros por delante aparece la silueta de un corredor de azul y como el león que busca alimento en la sábana, instintivamente vuelvo a acelerar el ritmo en busca de mi particular gacela. En este improvisado San Fermín en versión leonesa, el humano corre delante y el bóvido corre tras de él a gran velocidad. No tardo ni 400 metros en cogerlo y al llegar a su altura, bien sea por respeto o por el miedo irracional  que debió sentir el pobre hombre  al escuchar fuertes pisadas, bramidos inteligibles y resoplidos  a su espalda, se hace a un lado y me deja pasar justo en el momento en que entramos  de nuevo en  el angosto y oscuro túnel que cruza la autopista del Huerna. Entro en las calles de La Magdalena, cruzo la carretera León-Villablino y un guardia civil, al reconocer mi camiseta con los colores del Pendón de Benavides, me da recuerdos de su parte para el  presi  Talo Guerra, un tio muy querido en este mundillo. 

Enfilo los 350 últimos metros de la prueba  y ¡Uffff!.. el asfalto se agarra y tengo la sensación de haber quedado atrapado en un campo magnético, las piernas duelen un montón y creo ir ritmo de tortuga laúd, sin embargo el Garmin sigue marcando 4:20 min/kms, así que es más un efecto psicológico que físico. Un último esfuerzo y entro esprintando en meta mientras por megafonía, Roberto Ferreras que ejerce de speaker, me dedica unas cariñosas, y posiblemente inmerecidas palabras de aliento que me emocionan. Como siempre digo, nunca nadie corriendo tan despacio ha conseguido tanta notoriedad y cariño por parte de la gente y supongo que gran parte de la culpa se lo debo precisamente a este blog que escribo y que ha contribuido a poner en valor la figura del tractorista, ese sufridor casi anónimo, que fuera de los focos y la "fama", pelea como un titán para llegar a la meta apenas unos segundos antes del cierre de control.

Finalmente consigo finalizar los 25,2 kms  con los 2000 metros de desnivel  acumulados de la prueba y entro en meta con un tiempo de 3h:29':10" en el puesto 46 (sobre 65 corredores en meta) a 1h:16':09" del ganador que fue el zamorano volador Santiago Mezquita con un espectacular tiempo de 2h:13':01"

Tiempo para charlar de nuevo con un montón de amigos y para una más que agradable comida en compñia de la buena gente que te encuentras en este mundillo. Salva Calvo, Nary Ly, Carolino Teixeira, Paquito González, Veronica Moreno, Carlos Álvarez y Ana Isabel Tascón...y no sigo porque seguro, seguro  que me olvido de alguno.
Cinco jovenes promesas del trail leonés en meta ( Vero, Carolino, Ana Isabel y Maxi y el que escribe)

Llega la hora de extraer conclusiones:

1.-  Carrera diferente, muy sencilla y rápida en un 75% de su recorrido, pero con un bonito  tramo de montaña pura, con el emotivo paso por las trincheras de la guerra civil y el interesante cruce  por el desfiladero de los Calderones. Buena carrera, inmejorable compañía y unas inmejorables sensaciones que me hacen irme con las pilas recargadas para una larga temporada.

2.- Siempre me empeño en decir que soy más montañero que atleta y la realidad es que por mucho que me empeñe, siempre seré más atleta que montañero y a los hechos me remito. En los tramos  de montaña me adelantan los erizos, las culebras e incluso los saltamontes, y sin embargo en los tramos donde se puede correr  suelo adelantar a mucha gente que es infinitamente superior a mi en montaña. 
Repasando los datos numéricos  me he encontrado con la grata sorpresa de que he sido capaz de correr los 5,22 km finales  a un ritmo de 4:30 min/kms, marcando una velocidad máxima puntual  de 3,08 min/kim. Son tiempos que hacia mucho tiempo que no alcanzaba y que me han reforzado la moral  precisamente en una semana en la que por casualidad he encontrado una carpeta con viejos recortes de prensa de mi juventud.

3.- Quiero acabar con un  inciso de carácter cultural. Estamos apenas a 30 kms de distancia de León capital y hoy hemos podido comprobar como esa lengua denostada y olvidada que es el leonés (o asturiano) está mucho más presente de  lo que nos cuentan y sin ella no sería posible entender el origen y el significado de muchos de los pueblos y lugares que constituyen este viejo y orgulloso Reino de León. Hemos tocado cumbre en el Altu la Viesca (o Biesca en Leonés) siendo Viesca un lugar densamente poblado de árboles; hemos pasado a escasos metros de la Peña los Machaos siendo machao la denominación en lengua leonesa de hacha; peña que está en frente de otro puesto fortificado en el Picu Armagones (degenación castellana por traducción de  Llamargones) siendo los Llamargos (también conocidos en León como llamas o llamazares)  lugares donde se entremezcla agua y barro; y por último hemos atravesado el desfiladero de Los Calderones para llegar al pueblo de Piedrasechasiendo secha en asturiano el surco o  abertura alargada que se hace al arar la tierra y sin lugar a dudas eso es precisamente  lo que parece el desfiladero de Los Calderones en su vista cenital, una inmenso surco en la piedra caliza  (vease la foto de abajo).
Creo que es una autentica lastima que se pierda esta bonita lengua romance que durante más de mil años han venido hablando nuestros ancestros por estas montañosas tierras norteñas, pero por desgracia creo que los pocos que aún la hablamos somos una especie en extinción y que desgraciadamente esta orgullosa lengua nuestra morirá con nosotros en esta generación.
Vista cenital del Desfiladero de Los Calderones en Invierno (por ahí pasamos corriendo)


Próxima parada del Bisonte World Tour 2017: Carrera de Montaña de Matallana de Torío

Que la luz que emanan las cumbres  nunca nos dejen de iluminar. Nos vemos en la montaña compañeros.