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miércoles, 11 de noviembre de 2015

Trail de Peñamayor 2015

28 días han pasado desde que comenzó mi aventura de la Seronda Trail Series en tierras de Sayambre. Muy  lejos quedan ya los miedos de la primera prueba y las dudas de la segunda.  La capital de la sidra será el lugar donde todo acabará para bien o para mal y las verdes laderas de Peñamayor serán el campo de batalla donde se decidirá  mi particular  trilogía del Tractor de los Anillos.
Cumbre de Peñamayor entre brumas. Casi parece una montaña de Mordor
Hoy no hay disculpa posible porque por extraño que parezca esta vez  todo está saliendo según lo planeado. Llego a la prueba  descansado y   muscularmente muy recuperado tras dos semanas de reposo absoluto. No se que sorpresas tendrá preparadas mi archienemigo Saruman para tratar de detener a este viejo  tractor, pero tampoco me importa y eso es lo único realmente preocupante. Los mayores fracasos de la historia del deporte  suelen venir precedidos de un alarmante exceso de confianza y yo vengo a esta prueba instalado en la euforia, hasta tal extremo que todavía no he salido y ya me veo vestido con la chaqueta de finisher, obviando  que la montaña siempre  hay que afrontarla con el respeto que merece y los  25 kms y los 3000 metros de desnivel acumulado que debo superar  no son precisamente un paseo por la playa.
Ejerciendo como  corredor escoba en la salida de la prueba
Llego a la salida con casi 10 minutos de margen (muy extraño para mi). Tengo tiempo para saludar a a muchos amigos, y tras charlar con Chano "la Gacela de Coyança",  me retiro al último lugar de la parrilla de salida que es  mi habitat natural.  Los  6 primeros kms serán muy rápidos y quiero evitar la tentación de salir como un miura, así que tras la pertinente cuenta atrás  salgo a paso de tortuga. Voy con la marcha reductora encendida y sin embargo empiezo a pasar corredores con una facilidad pasmosa. Es extraño pero hoy las piernas corren solas.

Entrando en el tramo de pista (km 1)
Abandonamos la carretera y entramos en una pista en muy  buen estado. A partir de aquí y como consecuencia de llevar a casi 300 corredores por delante,  el ritmo ya no depende de ti, si no  que lo marca la marabunta de corredores que te preceden y que en muchos tramos ocupan la totalidad del sendero. En el km 1,8 y en un tramo carente de la más mínima dificultad, por ir pensando en la migración de los ñus en el serengueti y no en la carrera, tropiezo con la única piedra que sobresale más de 10 milímetros en el camino y me caigo de morros. ¡Aley hop! Doy un salto artístico  y me incorporo con la agilidad de un gato, tratando de disimular  para que los corredores que corren a mi lado no empiecen a preguntarse quien es el alto  inútil ese  de rayas que se cae solo. El único síntoma reseñable, aparte de la cara de bobo que se te queda, es una molestia en el dedo gordo por el puntapié a la piedra, pero esta caída me viene de cine para aparcar la euforia y recordarme que el monte no es un circuito de scalextric.
Km 2-3 por pista en perfecto estado (véase lo difícil que es tropezar con una piedra y  caerse con este firme)
Continuo al ritmo que permite el grupo  tratando de encontrar algún hueco por donde poder adelantar hasta que en el km 2,5 me encuentro con el primer barrizal de la jornada. Se ralentiza la marcha y se forma un gran embotellamiento  ya que la gente se detiene e intenta pasar por los laterales ensuciándose lo menos posible, y en esas estoy yo, avanzando con la delicadeza de una esbelta bailarina que interpreta  el Lago de los Cisnes. De repente una voz interior me dice: ¡Oye figura! ¿Que yes una modelo de la Pasarela Cibeles o un corredor de montaña? Mano de santo ¡zas! por todo el medio. Ahora que ya estoy de barro hasta los tobillos se acabaron los remilgos. Pasamos por la Planta de Fuensanta y casi por sorpresa llega el primer avituallamiento donde hay mucho público. Estamos en Piloñeta (Km 5,2) y apenas  llevo 30 minutos de carrera. Para mi sorpresa soy casi el único corredor de mi entorno que se detiene y no puedo evitar pensar ¡Coño, pero si aquí no para ni dios¡ ¿El resto de participantes serán camellos o es que los asturianos con orbayu no necesitan beber?.
Saliendo del primer avituallamiento todavía con el bidón en la mano
Bebo lo más rápido que puedo,  cargo los bidones y arranco sin perder más de un minuto/minuto y medio. En cuanto cojo pista libre y puedo correr veo  que alcanzo ritmos ligeramente inferiores a 5 min/km y eso para mi es mucho En el km 6 giramos a la izquierda y comenzamos el ascenso a Peñamayor por un sendero conocido como el Peranchu y que discurre por el interior de un bosque de castaños. Ascendemos por sendero y en fila de a uno siguiendo el trazado lo que aparenta ser la tubería de una traída de agua. Tenemos un típico día de la seronda asturiana con cielo gris y temperatura agradable, con  humedad elevada y un orbayu que se va convirtiendo en niebla cada vez más densa y cerrada a medida que ascendemos. Coronamos el Collau Oroxu y enlazamos un tramo  descendente que nos conduce hasta el segundo avituallamiento (km 10) que alcanzo en 1h:24':39".
Tramo de sendero descendente que  conduce al segundo avituallamiento
Ante nosotros se muestra imponente la cumbre de Peñamayor emergiendo entre la niebla.  Parada lenta  en el avituallamiento, otros  500 metros llanos y  comenzamos la ascensión final a cumbre por un tramo técnico y empinado que me recuerda la subida al Cueto San Mateo en la Bisofera Trail. La niebla es cada vez más densa y la visibilidad disminuye hasta que vemos  al voluntario que marca cima. Paso a su lado y  me desvío del camino unos  5 metros para tocar  cumbre (km 11,7) en  1h:48':30". Soy un purista de la materia y si no piso la cima  no me quedo a gusto. Una  lastima que la  visibilidad se prácticamente nula  porque desde esta elevada atalaya las vistas deben ser espectaculares un día normal.

Panorámica  de la  cumbre de Peñamayor en un día sin niebla
Tramo incial de cresteo/bajada desde la cumbre de Peñamayor
Una vez alcanzada la última cumbre de la temporada comenzamos el descenso por un tramo técnico de piedra y hierba y las sensaciones son muy buenas, aún así evitando euforias innecesarias bajo con  mucha precaución, tratando de seguir la estela del corredor que me precede y que baja más tiempo con el cuelo en tierra que corriendo erguido.

Tratando de seguir al corredor que me precede y que baja literalmente sentado por precaución

 No tengo la sensación de arriesgar, aún así al pasar por al lado un voluntario, nos hace señas para que bajemos el ritmo y  nos indica que en  ese tramo ya se han roto el brazo 2 corredores en el  día de hoy.  Si cabe incrementamos las precauciones al menos  hasta abandonar la zona más compleja del descenso.
Tratando de mantener el equilibrio en el tramo técnico y resbaladizo de la bajada de Peñamayor

Superamos el tramo técnico y entramos en una pista de cemento. ¿Y ahora que? me pregunto a mi mismo  ¿Galopamos un poco Bisonte? y de repente el primer contratiempo serio de un  jornada que estaba saliendo perfecta. Me empieza a doler el vientre. No se si hoy me ha sentado mal la comida del último avituallamiento, la humedad o el magnesio de la salida pero lo cierto es que no me encuentro bien. Valoro la posibilidad de intentar llegar a meta, pero quedan unos 12 kms  y es demasiada distancia. Mi "alien" personal,  el Crohn, lleva con actividad  desde el año pasado y aunque lo tengo más o menos controlado, ya me ha dado guerra en 3 de las últimas 6 pruebas. Son pequeños gajes del oficio que cualquier deportista EII ha sufrido y con los que se aprende a vivir cuando un tramo de tu intestino deja de funcionar correctamente. Hay que quitarle hierro al asunto, no me juego la victoria, el tiempo no me preocupa y es una limitación más engorrosa que grave, además la ventaja para un corredor de montaña es que en el monte siempre hay baños públicos disponibles detrás de cada peña o árbol que te encuentras en el camino. Aminoro el ritmo y trato de encontrar  un sitio adecuado donde poder detenerme. Finalmente encuentro un lugar apartado entre xardones y me salgo del camino con la misma  discreción que mostró   Justin Bieber abandonando el plató de los 40 Principales (él también iba al servicio por lo que tengo entendido ). ¡Joerr! Parece que ultimamente el guión de  mis carreras lo escribe el guionista de la saga Torrente. Allí estoy abonando el monte protegido por la niebla, mientras por una pequeña oquedad entre las ramas de los acebos  veo pasar corredores. No se si parezco un lobo al acecho de sus presas o un gorila de montaña con camiseta de rayas  de los Diane Fossey en "Gorilas en la Niebla".  Un vez solucionado el contratiempo me incorporo a la pista de un salto, observando la cara de incredulidad que pone el corredor que me sigue al verme aparecer de la nada y entre la niebla.  A estas alturas todavía debe de estar preguntándose de donde salió la criatura esa extraña con la camiseta de rayas.

 ¡Uffff! que alivio, ahora vuelo a bajar muy cómodo y con ganas de darle cera a las piernas.

Vista de la bajada de Peñamayor con Les Praeres en primera instancia en un día despejado.
Lastima que apenas 100 metros más tarde entramos en Les Praeres y  a  no más de  500 metros está  el tercer avituallamiento y me rompe el ritmo de carrera. Estamos en el km 15 y llevo  2h:23':47". Parada rápida y comenzamos la empinada subida a La Barallonga.  .

Vista de Les Praeres con el Picu Barallonga de fondo.
Por precaución me gasto las últimas balas de la recamara. Tomo el magnesio y un enantium para prevenir eventuales calambres. Corono, repito el ritual habitual y me aparto unos 2-3 metros de la senda para tocar el vértice geodésico que marca la cumbre. ¡Ya está hecho! Ahora si que solo tienes que dejarte caer hasta meta y que la gravedad haga el resto.
Coronando La Barallonga entre la niebla  tras 2 corredores de rojo
 Por fin podré coger ritmo y bajar rápido, pero para mi sorpresa ¡Zas! amago de calambres en ambos gemelos. ¡Que poco dura la alegria en la casa del pobre!, ¿pero que mi madre ye esto?¿calambres en los gemelos cuesta abajo? Así no hay dios que se organice. De toda la vida los gemelos se acalambran cuesta arriba y los cuadriceps cuesta abajo,  y aquí todo al revés, el otro día  en Redes cuadriceps cuesta arriba y hoy gemelos cuesta abajo...  ¡reeediós, así no hay quién conduzca un tractor de semejante cilindrada!
Bajando camino de les Foces.  Véase el estado de agarrotamiento de mi cuadriceps izquierdo (mete miedo por la cabeza)
Mis mecánicos me confirman que es cosa de la magia negra de  Saruman ( otro que está quemando sus ultimas naves).  Sabedor de que soy un tractor de última generación con un sofisticado sistema electrónico propio de vehículos con mecánica japonesa, ha decidido trucar mi sofware. Mientras estiro los gemelos agarrado a un árbol, llamo a boxes y le digo al equipo técnico ¡a tomar pol culu la electrónica! ¡desconecta-y todos los aparatos  que  vamos a correr a a la vieja usanza!. Arranco de nuevo cuesta abajo con más miedo que vergüenza y con la sensación de ser un corredor más tierno y blandito  que un sandwich de nocilla en pan Bimbo.

Tramo final debajada por un precioso tramo de bosque.
Acabamos la bajada fuerte y entramos en les Foces del río Pendón. Un sendero de piedra estrecho y casi llano que discurre por un paraje precioso. ¡Vamos figura dale brío.! ¡Empiezo a correr y con una facilidad pasmosa voy adelantando de nuevo  corredores. Tengo la sensación de que este viejo  tractor Massey  Fergusson tiene  muchísimo más motor  que mecánica, pero es lo que hay y son las piernas las que limitan mi desempeño. De nuevo vuelvo a mantener ritmos sostenidos que rondan los 5 min/kms,
Corriendo por les foces del río Pendón (voy de lado pa no salirme en las curvas)
 Salimos de les Foces y nos encontramos con el último avituallamiento (km 21). El reloj marca 3h:00':59". Allí veo de nuevo a mi buen amigo Chano, que arranca justo en el momento en que yo llego. Me hidrato bien y arranco el último tramo. Solo quedan 4 kms a meta y son muy sencillos pero me vuelven a dar guerra los gemelos, así que soy incapaz de  correr de continuo. A unos 3 km de meta alcanzo a Chano. Le pregunto que tal va y si quiere que le acompañe y me dice que siga, así que sigo y apenas 200 metros  después alcanzo a Saul Jimenez, otro miembro de la legión leonesa que está a punto de conseguir su chaqueta de finisher. Me sorprende alcanzarle  porque este corredor es de los buenos y siempre me saca un mundo en carrera por montaña pero hoy  viene tocao de un tobillo. Le doy ánimos y sigo para delante con la moral que da venir desde atrás hasta que vuelvo a pasar por el famoso barrizal de la salida. Esta vez cruzo   sin miramientos y me pongo de barro hasta las trancas. Madre de diós, en vez de zapatillas parece que llevo madreñas o grilletes en los tobillos, y a más peso en los pies mayor desgaste muscular, justo lo que me piden mis gemelos que se arrancan  a cantar flamenco de la alegría.

Los siguientes 500 metros vuelven a ser propios de un película de Torrente. Cualquiera que que me viese fácilmente pensaría  en un fenómeno de posesión paranormal, en edema cerebral producto del mal de altura  o en locura transitoria.  Me voy frotando contra los postes de la luz, los matojos de hierba y prácticamente cualquier cosa que encuentro en mi camino con el fin de quitar el exceso de barro de mis pezuñas. Es una situación intermedia entre dar coces como un burro y mear los postes como un perro en celo que marca su territorio.

 ¡Cago en mi maquina! No pueden quedar más de 1500 metros a meta y yo haciendo el bobo.  Más por orgullo que por ganas arranco a correr, a lo lejos intuyo lo que parece ser el polideportivo de Nava  y es como si en mi cabeza sonara la campana que indica la última vuelta en una carrera  en  pista. Algún relé me hace click y el único pensamiento es correr como si me persiguiese un grupo de leones hambrientos. Veo como paulatinamente y en constante progresión aumenta la velocidad en el Garmin 4:25..4,02...3,47....3,29...y al final del tramo más pendiente de bajada por asfalto un fugaz 3:05 ¡acojonante!!! Giro a la izquierda y quedarán unos 500-600 metros a meta. Últimos 500 metros de la temporada, las piernas piden clemencia, pero la cabeza no da tregua, estos últimos metros se corren con el corazón. Me pregunto como puede ser que apenas 1000 metros antes me fuera arrastrando y ahora este corriendo como si no hubiera un mañana y la respuesta es que LA CABEZA lo es casi todo en este deporte. Recibo los ánimos de Adrián Rubio y otros compañeros que ya han acabado y los aplausos del publico, supero con una facilidad sorprendente al corredor que me precedía y que me sacaba unos 200 metros apenas 700-800 metros atrás (lo que idea de que debo ir unos 2,30 min/km más rápido que él) y entro en la recta de meta con la emoción contenida y condensada de una temporada completa de carreras por montaña.

Enfilando al galope la recta final de meta
Cruzando la pancarta de meta con el gran Demonión de Nembra
Apretando los dientes tras cruzar la última meta de la temporada

Tras correr el último km ligeramente por debajo de 3,30 min/km alcanzo la meta en el puesto 158 de la general (sobre 308 corredores en meta y unos 320 en la salida) con un tiempo de 3h:21':48", a 1h:08:58" del ganador que fue Raul Garcia Castán con 2h:13':03"

Con la inmensa satisfacción que solo las cosas que se consiguen a base de esfuerzo pueden aportar y tras recuperar el aliento, lanzo el pesado anillo (a veces bien parecía una rueda de molino) que arrastraba desde el inicio de la Seronda en un inmenso tonel de sidra y veo como los taninos de la conocida  "bebida sagrada astur" lo derriten ante la impotente mirada de Saruman.  ¡Lo conseguí! La chaqueta de finsiher ya está en mi poder y para mi  tiene un mérito enorme. Finalmente he conseguido la posición 79 de la general sobre los 89 corredores que han conseguido la ansiada prenda.

En meta tengo tiempo para disfrutar del tercer tiempo de la última carrera de la temporada. Tiempo  para hacerme fotos con un montón de amigos corredores y para charlar amigablemente con muchos compañeros de fatigas: con Alberto y Ramiro dos titanes leoneses del equipo Interval , con el señor  Daniel Agredano con quién espero poder compartir muchas más carreras el año próximo , con el gran Chano Moran,  con el sajambriego Julio Martino,  con el vaquero del trail asturiano Guille Llera y por último con  don Adrian Rubio, un Xatu del Nalón que corre como un diablo y al que todavía no ha podido vencer el Bisonte (pido disculpas si me olvidado de alguien).

Con Adrián Rubio: El Xatu y el Bisonte compartiendo podium
Con 2 clásicos del trail leonés, los chicos del interval Ramiro y Alberto.
Foto de familia con los 89 finisher de la Seronda Trail Series 2016
Ha sido una temporada fantástica, la mejor desde que volví a correr en el año 2011 tras 15 años alejado del atletismo. Si la máxima del deporte es conseguir el sueño olímpico del "altuius, fortius, citius", este año he volado más alto (superando los 30.000 metros de desnivel acumulado), más rápido (La Batallona fue una grata sorpresa para mi) y más lejos (alcanzando por primera vez la barrera de los 60 kms en carrera de montaña en la Travesía de los Montes Aquilianos).

Cuando me  faltan pocos días para pasar oficialmente a veterano, cabe recordar el que quizá sea mi único elemento diferencial respecto a otros corredores y es que NUNCA me he retirado en 40 años. He competido en  cross, pista, pista cubierta, carreras populares de carretera, medias maratones, carreras de montaña e incluso una ultramaratón de montaña y siempre he conseguido alcanzar la meta. Algunas veces competí para ganar o para alcanzar podiums (las menos), otras para conseguir puestos y tiempos aceptables y últimamente solo con el noble fin de alcanzar la meta; He tenido momentos buenos, malos y regulares; he atravesado ríos, he corrido con nieve, bajo lluvia torrencial, con el barro por encima de los tobillos, con granizo, con frío y con temperaturas superiores a 30 grados y a pesar de los inconvenientes siempre he conseguido encontrar las fuerzas necesarias para alcanzar la meta. Está claro que no soy el corredor más rápido, ni el más resistente, pero sigo siendo LENTO, FIABLE y DURO como pocos. Ojala los viejos dioses celtas de mis ancestros le conserven  a este viejo Bisonte  la fuerza necesaria para seguir acabando carreras muchos más años (otros 40 años no estaría nada mal).

Solo me queda agradecer a TODOS los fotógrafos por las horas desinteresadas que pasan en los montes para hacernos esas fotos que ilustran nuestros recuerdos, a TODOS  los organizadores y voluntarios  por el tiempo que nos dedican para que los corredores podamos disfrutar de nuestra pasión y por encima de todo, a TODOS Y CADA UNO de los compañeros con los que he tenido la inmensa fortuna de poder compartir kilómetros, esfuerzos y sufrimientos en carrera, porque sin vosotros las carreras no serían lo mismo.  MUCHAS GRACIAS A TODOS y nos vemos corriendo  por montaña en 2016.

Esto es lo que queda del Bisonte del Carbayedo a estas alturas del año