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martes, 22 de septiembre de 2015

Seronda Trail Series

Por fin llegó la seronda  (otoño en asturiano) a las montañas asturleonesas y con ella el circuito de carreras por montaña Seronda Trail Series. Serán 3 pruebas en 28 días (Sayambre, Redes y Peñamayor) para totalizar 87 kilómetros de distancia y 11.800 metros de desnivel acumulado. A simple vista puede no parecer demasiado, pero sale una pendiente media del 13,56% o lo que es lo mismo, es como ascender una montaña de 5.900 metros mientras  corres   43,5 kilómetros de distancia, para después descender la citada montaña mientras encadenas  una segunda "maratón" y así visto si que mete un poco más de miedín por la cabeza ¿o no?

Teniendo en cuenta que finalizo casi  todas las carreras de montaña caminando como Michael Jackson en el videoclip Thriller, que la semana siguiente a cada prueba  tengo unas agujetas del tamaño de las lanzas que le clavan  al Toro de la Vega en Tordesillas y que a nivel muscular tardo más días en recuperar   que la naturaleza en biodegradar completamente una bolsa de plástico de Carrefour, no es descabellado pensar que me hallo ante el reto más exigente de la temporada.

Para acabar de rematar y producto de la inconsciencia y el exceso de motivación, planteé horriblemente la preparación de esta prueba, entrenando como una bestia parda las primeras dos semanas de Septiembre y sin molestarme lo más mínimo en escuchar a mi maltrecho organismo, hasta que mi gemelo derecho dijo basta cuando apenas quedaban 14 días para la prueba. Olvidé una premisa básica de la vida, una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil y dicho eslabón en mi caso, con permiso de mis rodillas, son las lesiones musculares en el tren inferior (gemelos, sóleos, cuadriceps, tendones de Aquiles...).

No lo quiero ni ver
Llegados  a este punto solo cabe mirar para adelante y afrontar el reto con respeto e ilusión. Si finalmente lo consigo no podré más que  agradecer la colaboración a 2 personas: Robertín Dieguez por sus consejos, su ayuda y su interés y a Carlos Justel porque sus manos han conseguido arreglar mis maltrechos músculos, donde las contracturas empezaban a parecer nudos marineros... y si no lo consigo, al menos lo habré intentado. No hay disculpa posible en este último caso y no cabe apelar a la mala suerte. Una mala planificación y un error de planteamiento no pueden esconderse bajo el epígrafe de la suerte, si bajo el de de la estupidez y la insensatez humana.

Lucharemos por esa chaqueta de finisher y si en última instancia se consigue, tendrá más merito y más valor que la mismisima chaqueta verde que le entregan al ganador del  Master de Augusta de golf.

Ningún mar en calma hizo experto a un marinero. Nos vemos en Oseya de Sayambre chavales. Alea iacta est.