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sábado, 25 de abril de 2015

Biosfera Trail 2015

Son las 9 de la mañana en Ciñera. Por megafonía anuncian la inminente salida de la prueba y todos los corredores están colocados bajo la pancarta de salida. ¿Todos? ¡no!, por la recta de meta se ve venir galopando a ritmo vivo al último de Filipinas con camiseta de rayas. Al pasar por el lateral del arco de salida escucho una voz que me dice ¿así es como me piensas ganar? me giro y veo que es Pablo Villa, el otro gran favorito para ganar la prueba y que sabedor de que soy su máximo rival  trata de desconcentrarme. Pienso, no entres al trapo y mantén la concentración Bisonte, Pablo está intentando desestabilizarte mentalmente. Sigo mi curso, entro en el cercado de control de chips y me pongo a cola de pelotón junto al corredor escoba.

Han pasado 5 semana desde el Alto Sil, un mundo para entrenar si eres una persona consecuente y apenas un suspiro si eres el corredor más inconsistente de la historia del deporte. En efecto, las 3 primeras semanas no entrené ni un solo día y me acordé de Santa Barbara (nunca mejor dicho cuando estamos en territorio minero) cuando apenas quedaban 10 días para la prueba  y la bascula de casa tonteaba de nuevo con la mágica cifra de los 100 kg, que como muy bien saben los expertos en trail, es el peso idóneo para correr por montaña y evitar que una ráfaga de viento pueda elevarte por los aires cuando coronas una cumbre a 2000 metros de altitud.


Comienza la cuenta atrás y por fin arranca la tan esperada  Biosfera trail, posiblemente la prueba más dura de todo mi calendario. Por delante tengo 5 cumbres y  4400 metros de desnivel acumulado en apenas 26 km de distancia. He notado cierto nerviosismo en las palabras de Pablo Villa. Hemos mantenido un sano pique durante toda la semana, él sabe que yo soy el único rival con nivel suficiente para disputarle la prueba y creo que me tiene cierto respeto. Donde yo veo un tío con sobrepeso grado I (en función de altura, peso e indice de masa corporal) y que solo aspira a acabar en las 6 horas que marca el reglamento para el fuera de control, Pablo ve 100 kg de puro musculo y eso aconjoga un montón. Es cierto que llego muy escaso de forma, pero eso él no lo sabe, así que decido esconder mis cartas.

 Salgo de los últimos como es habitual, tras dar una vuelta por el pueblo, recorrer un tramo llano que nos lleva a La Vid, cruzamos el túnel por debajo de la carretera de Asturias y nos damos de frente con la subida a Peña Colorada que este año es muy vertical.
Tramo inicial de subida a Peña Colorada
Tramo intermedio de subida  a Peña Colorada
Subo a ritmo lento y reservando todas las fuerzas posibles. A media subida y llegando a un bosque de robles, escucho el sonido de un cencerro y una voz que grita ¿donde viene el bisonte?. Es el bueno de Tomás Baños que está realizando labores de fotógrafo. Correr  no correré un carajo, pero ánimos no me faltan nunca y eso es una de las cosas que sinceramente más me llenan en este deporte.
Panorámica de la subida a Peña Colorada
Llegando al cresteo previo a la cima de Peña Colorada
Continuo la subida, un pequeño cresteo tras coronar la primera subida y por fin alcanzo la cima  de Peña Colorada. en 1h:00':30".  Voy según lo previsto, creo no haber gastado muchas fuerzas pero noto sensación de  frío. Me pongo el chubasquero como los ciclistas al coronar un puerto alpino y me lanzo para abajo con cautela. Esta bajada es muy cómoda y muy rápida, pero debo cuidar piernas  que la experiencia me dice que siempre me quedo sin cuadriceps en algún lugar indeterminado entre las 4 y las 5 horas de carrera.

Llego al primer avituallamiento (km 8) en 1h:25':47". Parada lenta en boxes y comenzamos la ascensión al Cueto de San Mateo, el coloso de la jornada. El primer tramo más que un corredor de montaña, parezco una modelo desfilando por  la pasarela Cibeles, ahora tengo calor y me quito el chubasquero, ahora sopla el aire, tengo frio y me lo vuelvo a poner, ahora me lo vuelvo a quitar ¡una ruina de ser humano!. Subo un buen tramo charlando con Fernando López y en su grata  compañía la subida se hace mucho más llevadera. Enfilando el tramo más pindio del Cueto San Mateo me encuentro con 2 compañeros del cumbres de Léon, Javi Pascual y Toño Pozo que están de fotografos y que dicen que a Pablo Villa ya no le cojo ni montado en moto.¡Otro día será!, una vez que se ha ido la victoria debo centrarme de nuevo en acabar en 6 horas (hora límite para el fuera de control).
Corredores llegando a la cima del Cueto San Mateo
A ritmo constante consigo coronar el techo de la prueba en 2h:25':21". En la cima me siento en una peña y mientras aprovecho para beber un poco y apretarme bien los cordones de las zapatillas, me quedo embobado por espacio de unos 5 minutos mirando la preciosa vista que se vislumbra hacia el norte. La Cordillera Cantábrica se eleva ante mi dejando una sucesión de picos con neveros en sus cumbres y verdes valles. Llega la hora de bajar del Cueto. La bajada es técnica y el suelo resbala en algunos tramos. Hoy voy sin confianza y bajo con la torpeza propia de  una abuela octogenaria. No me preocupa lo más mínimo. Tengo poco que ganar y mucho que perder si no voy con la debida precaución.
Tramo técnico de bajada del Cueto San Mateo
Llego a la balsa de la Hullera, subo un repecho muy pendiente y ante mi se abre la galería minera, junto con el Faedo, el punto más emblemático de toda la prueba.
Galería minera (imagen de archivo de la primera edición)
Atravieso la galeria en completa oscuridad, enfilo el último tramo de bajada y llego al segundo avituallamiento del día (km 16). Nuevamente parada lenta en boxes y enfilo la tercera cumbre. Esta cumbre es con mucho la más sencilla de las cinco de la jornada. Sin mucha dificultad la corono en 3h:26:09", Llegando arriba escucho a un voluntario comentar que el 4 y el 5 de la general ya han llegado a meta ¡increible como corren estos galgos! Creo que  llevan todos motor Mercedes y yo voy montado en el McClaren de Alonso. Bajada por un tramo entre escobas y ahora si consigo bajar muy cómodo y adelantando corredores. No fuerzo lo más minimo, pero he recuperado la confianza y al ir sin miedo consigo mantener un ritmo de bajada superior al de otros corredores que no bajan tan seguros. Alcanzo a Paquito, con quien compartiré muchos kilómetros de aquí a meta. Llego abajo y al atravesar un puente artesanal de madera, me encuentro de nuevo al incombustible Tomás Baños. Un par de fotos para la posteridad, y tras comprobar la fiabilidad de la estructura de madera (si aguanta el paso de un bisonte de 100 kg, como no va a aguantar el paso de 300 esbeltos corzos), enfilo el camino que me lleva a la cuarta cumbre.
El" ingeniero" posando antes de realizar la prueba de carga de la estructura
Atravesando el puente de madera
Paquito siempre "genio y figura" cruzando a 4 patas
Entro en el Faedo y alcanzo el tercer avituallamiento en 3h:49:23. Es increíble la cantidad de tiempo que pierdo en cada parada en boxes. Tengo la sensación que el resto de corredores hacen paradas propias de Formula 1 y en menos de 10 segundos les cambian las 4 ruedas y a mi por el contrario me cambian los neumáticos en Feuvert, que dejas el coche, te vas a comparar a Carrefour, a la hora y media vuelves y todavía te están apretando las tuercas de las ruedas. En fin, es cierto que cambiarle las gomas a un coche no es lo mismo que cambiarle las ruedas a un tractor y además mi deposito de combustible, además de ser mucho más grande que el de un corredor normal, necesita gasóleo agrícola bonificado, lo que dificulta las labores de mantenimiento, pero creo que debo practicar este particular en el futuro.

Arranco la subida a la cuarta cumbre. Ya por los dominios del Faedo, asciendes por una marcada pendiente entre hayas centenarias de porte aristocrático, y sientes todo el peso de los campos magnéticos que te atrapan y te agarran al suelo. Las piernas ya  pesan un montón. decido utilizar el comodín del MP3. Acompaso la respiración, pongo música para ocultar el incremento de la frecuencia cardíaca, agacho la cabeza y tiro para arriba. Por el camino me cruzo con 3 corredores que están abandonando la prueba. Las fuerzas empiezan a escasear y los percances, bien sean por caídas o bien por problemas musculares empiezan a hacer mella en los participantes. Atravieso la escombrera, otro tramo de ascenso por bosque y encaro el tramo final de subida.
Tramo de escalada para coronar el el Pico Picha
Este año para coronar, hay que trepar como un gato y es que esta prueba  es sin duda la más montañera de todas las que disputo a lo largo de la temporada. Corono el Pico Picha en 4h:19:10 y sin tiempo que perder me tiro para abajo. Alcanzo a Paco por enésima vez, ya que el siempre me deja atrás  subiendo y yo le dejo a él atrás  de nuevo bajando (si combináramos nuestras habilidades, podríamos hacer un corredor bastante aceptable). Enfilo el tramo final técnico de bajada  y entro en el Faedo. En ese momento cometo el mayor error de toda la prueba. Me dejo llevar por la euforia, por lo maravilloso del entorno, o por la insensatez propia de quien no conoce sus debilidades, pero lo cierto es que cometo un imperdonable fallo de principiante. He superado ampliamente las 4 horas de carrera, vengo de superar un tramo técnico y complicado y llego con los músculos de las piernas agarrotados y chirriando más que la visagras de la puerta de un desván. Al entrar en un tramo ligeramente descendente, rápido y muy cómodo, me lanzo a correr como un poseso a ritmos próximos a 4':30" min/km con el fin de intentar arañarle 3-5 minutos al crono, sin valorar que dicha temeridad me puede costar la carrera.

Entrando en el cuarto y último avituallamiento
 Llegando al avituallamiento se me sube el cuadriceps/abductor de la pierna izquierda y entro  con el muslo izquierdo que parece la pierna de Cristiano Ronaldo. A parte del dolor que eso supone, me preocupa más la incipiente incapacidad que me ocasiona. Estoy en el km 23 y mi reloj marca 4h:49:35. Mientras repongo fuerzas y trato de estirar lo que humanamente puedo, llega de nuevo el bueno de Paquito. A mi lado hay 2 corredores que están abandonando en ese momento (uno ya estaba cuando llegué y el otro entra en los 5 minutos que estoy parado en boxes). Puede verse la decepción en sus caras, pero posiblemente han tomado la decisión correcta. Ambos arrastran problemas musculares severos, supongo que muy similares a los míos, aunque en su caso desconozco en que grupo muscular concreto. Una de las voluntarias se interesa por mi estado. No tengo palabras para describir el sobresaliente nivel organizativo de esta prueba y el compromiso de absolutamente todos los voluntarios. Me dice ¡vaya como tienes la pierna! ¿que haces?¿te retiras? La respuesta es clara, a 3 km de meta y con  70 minutos de margen, no me saca de la carrera ni la mismísima legión. Harían falta un mandato judicial y 2 patrullas de guardias civiles para reducirme. No es muy racional, ni es lógico, pero está manera insensata  de afrontar los problemas siempre me ha mantenido a flote en los momentos de dificultad y ya tengo una amplia experiencia en lidiar con estas lides. Me ofrecen un enantium y me juego el último comodín que me queda en la baraja. No sé si tomar un antinflamatório será lo más indicado en este trance, pero no tengo mucho más donde elegir. Para ser sincero, degollaría un jabalí con mis propias manos  y me bebería a morro un litro de su sangre si alguien me garantizase que me iba a permitir llegar a meta.

Arranco en compañía de Paco, pero cuando apenas llevamos 150-200 metros avanzados le digo que siga para delante. Las piernas ya han hecho su trabajo, si la cabeza me lleva hasta la cumbre de este 5 pico, el corazón me llevará seguro hasta la meta en la bajada,  así que tras un breve respiro, agacho la cabeza, acompaso la respiración, aprieto muy fuerte un cojón contra el otro (perdón por lo soez de la expresión, si alguna mujer me está leyendo) y arranco cuesta arriba. Esta guerra hay que librarla en soledad, debo subir con pasos muy cortos, evitando giros, saltos, esquivando piedras y avanzando siempre por lo fácil. Cualquier mala pisada o gesto innecesario me puede dejar fuera de combate. pero esta cumbre es muy puñetera, parece que estas llegando y ¡zas! otro quiebro y ves que queda otro tramo. Sigo con mi penoso deambular de lo que yo denomino paso costalero, porque cualquiera que me vea desplazarme puede pensar que  llevo sobre mis hombros un paso de Semana Santa y en efecto así es, arrastro al Cristo de los cien  dolores musculares, perteneciente a la cofradía de Nuestra Señora de los bisontes desamparados. Como buen asturiano, mientras avanzo voy bajando del cielo a tosos los santos que conozco a base de juramentos en Arameo y otras lenguas muertas. Finalmente y tras un titánico esfuerzo corono el Sarguinal en 5 h:17':15" y  ya solo queda el cresteo y la bajada, pero sin cuadriceps este tramo se hace complejo.

Espectacular foto de Issi del tramo final  del Pico Sanguinal
Inicio el cresteo tirando de bastones para descargar las piernas en la medida de lo posible. No pueden quedar más de 2 km a meta, pero voy sin reflejos y aún avanzando con prudencia me caigo un par de veces. Cuando no tropiezo con una piedra, resbalo en una zona de hojas sueltas, hasta que me tengo que poner serio. ¡Me cago hasta en los huesos de tu cornamenta,  Bisonte!. Céntrate que está demasiado cerca de meta para tirar la carrera por el garete,  no pierdas la concentración y tira p'alante, que en plazas perores has toreado. La cabeza vuelve a tomar las riendas de la situación y vuelve a estar todo controlado. Veo el pueblo justo debajo y pienso lo fácil que sería tirarse rodando ladera abajo, pero no es una solución factible, Paso por la Cruz de Hierro en 5h:37':02 y ya presiento el final. No quedan ni 800 metros para meta. Unos 150 metros por delante baja Paquito, pero para mi es imposible cogerlo. Un último tramo de bajada y llego a las primeras casas del pueblo. Momento que aprovecho para tomarme el último respiro, beber mi último bidón de agua (creo que hoy he bebido más de 3 litros) y me quito el chubasquero para entrar en meta luciendo orgulloso las rayas rojiblancas del Pendón de Benavides. La cabeza ya ha cumplido su parte y ahora es el corazón el que me debe llevar a meta. Cojo el sendero que bordea el deposito del agua, a lo leos veo la meta y escucho la megafonia y hago todo lo posible por correr ¡vamos Rubén! sabes que hay una máxima que dice que  en las carreras se sale y se llega a meta corriendo, aunque solo sea por estética. Entro en el pueblo, apenas 200 metros a meta, cuando voy a bajar las escaleras, me encuentro a Paco , se había sentado allí para esperame y entrar juntos en meta. Muchas gracias Paquito, eres un tío cojonudo. Una última instantánea de Tomás y cruzamos la pancarta de meta. Objetivo cumplido.



En meta puesto 241 sobre 259 en meta (300 en la salida) con un tiempo de 5h:52':07", a casi 3 horas  del ganador de la prueba que fue el gran Pablin Villa con un tiempo de 3h:05:54"

Enorme satisfacción pese al titánico esfuerzo final. Valga como referencia que he necesitado 63 minutos para recorrer los 3 últimos kilómetros de la prueba, lo que nos da una estratosférica velocidad de 2,9 km/hora (solamente al alcance de unos pocos elegidos). Otra mano de poker que le gano al diablo en el tramo final de la prueba, pero sigo tensando cada vez más la cuerda y antes o después acabará por romperse.

Una última reflexión personal, una de las escasas ventajas de correr muy pocas carreras al año es que te vuelves extremadamente selectivo y acabas yendo únicamente a aquellos lugares donde te tratan como un rey. No puede ser casualidad que mis tres carreras "sagradas" del año (Alto Sil, Biosfera y Villalfeide) se desarrollen por comarcas mineras. En efecto la gente del carbón, con sus defectos y son virtudes, son gente muy especial. Son unidos, generosos y tremendamente acogedores, si consideran que una carrera es parte del pueblo, ellos se encargan de que los corredores se sientan como en su propia casa. Supongo que hay radica una gran parte del éxito, en una excelente organización, un precioso entorno natural y por encima de ello, un pueblo volcado y una marabunta de voluntarios que se vuelcan en ayudar sin medida. Hoy me voy con la sensación de haber corrido la carrera mejor señalizada y mejor organizada de todas las que he corrido en mi vida y mi obligación es dar las GRACIAS a todos y cada uno de los voluntarios y organizadores por haber sacado adelante una carrera sencillamente sobresaliente. Si la situación lo permite, volveré una y mil veces a correr en Ciñera.

Solo me queda felicitar a ese fenómeno de la naturaleza que es  Pablo Villa. Como le había prometido, le dejé 20 minutos de ventaja en la salida.... y me acabó sacando 3 horas en meta. Sinceramente, creo que me hubiese ganado igual aunque no le hubiera dado ventaja, pero eso es otra historia  y en la próxima no pienso ponérselo tan fácil.


Próxima parada del Bisonte World tour 2015: Travesia de los montes Aquilianos ( 60 Km)